Todos hemos oído hablar de la cantidad de información que se recoge sobre nosotros en las redes sociales, en google, de lo que escribimos en whatsapp...
Su modelo es el siguiente: cuanto más sepan sobre cada uno de nosotros, más acertarán en sus recomendaciones y más empresas anunciadoras recurrirán a ellos.
Como este modelo lo practican, a gran escala, solamente empresas estadounidenses y algunas chinas, es normal preocuparse por el tema de la privacidad.
Las leyes de los EEUU son menos estrictas que las europeas en tema de privacidad. Puede que hayáis oído hablar de la Patriotic Act, que permite a determinadas agencias estatales de EEUU acceder a cualquier información si hay una justificación suficiente, sin ser necesaria la intervención de un juez. Esa situación en Europa no se puede dar.
El compromiso de China con la privacidad no es mejor que el americano.
Algunos pensamos que da un poco igual cuánta información tengan de uno, si la van a usar para recomendarme los productos y servicios que me interesen. Tiene sentido, ¿no?. El problema surge cuando se usa con otros fines, como influir en unas elecciones publicando contenidos fake a determinados grupos de electores.
Imagina que te interesa saber a qué hora sacan los billetes de avión las personas de cada segmento de edad. ¿Cómo lo harías? Preguntarías a gente conocida, quizá lanzarías una pregunta en tus redes sociales y grupos de whatsapp. En total, puede que recogieses unas mil respuestas con las que ver la distribución y poder entender la tendencia.
Imagina ahora que tuvieses acceso a las respuestas de un millón, mejor de diez millones de personas. ¿Crees que estas estimaciones serían mejores que con solo mil? Totalmente, el margen de error sería mucho menor en este último caso y te permitiría tomar acciones de manera mucho más fiable.
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Muchos. La inteligencia artificial devora datos.
Un algoritmo de inteligencia artificial es tan bueno como los datos que se han utilizado para entrenarlo. Los datos son los cimientos y las columnas de los algoritmos.
Un ejemplo: imagina que, siguiendo el ejemplo anterior, quieres predecir la hora a la que una persona de 23 años comprará un billete de avión. Construirás un modelo tomando todos los datos disponibles y así tendrás un mecanismo de predicción. La IA supone que el comportamiento pasado es un buen indicador del comportamiento futuro.
Esto se llama aprendizaje automático, que es una parte de la inteligencia artificial.
En situaciones reales las decisiones no dependen solo de un factor. En el ejemplo, la edad no es lo único que condiciona el momento de la compra. Pueden ser cientos o incluso miles los factores que determinen un comportamiento.